miércoles, 3 de julio de 2013

España: la travesía del desierto (XVI)



El panorama en Barcelona comienza a iluminarse gracias a los Gatos Negros y Lone Star, aunque ambos son tan minoritarios como casi todos los madrileños: el número de aficionados está creciendo, pero muy despacio. Y precisamente será Barcelona la ciudad que consiga hacer masiva la popularidad de la nueva música gracias a tres grupos que, al menos durante la transición entre el primer quinquenio y el segundo de esta década, superaron en ventas a todos los demás: Los Mustang, Los Sirex y Los Salvajes. Hoy hablaremos de estos últimos, que en espíritu son los más cercanos a los Gatos y la Estrella, añadiendo un punto barriobajero que les sienta muy bien; por otra parte es la escuela isleña la que predomina en su repertorio casi desde el principio, ya que el poderío americano ha decaido mucho cuando ellos llegan al mercado. 

Antes de nada conviene desterrar esa opinión general de que los Salvajes eran los Stones españoles, porque no les hace justicia: aunque sus influencias son británicas, hay más grupos allí. Lo cierto es que la intención de algunas casas discográficas de la época era tener un clon español de cada uno de los grandes nombres isleños; y ya que los Stones son la segunda banda más importante, EMI cree que sería buen negocio tener un grupo de covers para los éxitos de Jagger y sus amigos del mismo modo que lo tienen para los Beatles: los Mustang. Pero hay varias diferencias, y la primera es que mientras los Salvajes solo grabaron cuatro o cinco piezas de los Stones, los Mustang hicieron alrededor de una docena de los Beatles (apoyados por un acuerdo entre la casa matriz isleña y su delegación española del que ya hablaremos). Por otra parte hay que recordar la diferencia entre cover y versión: una cover es la transcripción casi exacta de la pieza original, mientras que la versión es una interpretación libre. Y los Salvajes eran mucho más “libres” que los Mustang. Otra cosa es que EMI apoyase esas cuatro o cinco versiones con mayor ímpetu que el resto de su repertorio, que se oyesen en las radios con mucha frecuencia (una frecuencia inusual en su caso, ya que no eran precisamente los más populares en ese medio), y que en consecuencia las ventas fuesen superiores. Pero los Salvajes no cayeron en esa trampa porque tenían muchos más recursos, sin contar su propio material. 

El grupo se forma en 1962 bajo el nombre de Savages, y tras unos cuantos cambios de personal queda definido y españolizado a finales del año siguiente: como cantante y frontman indiscutible vemos a Gaby Alegret, que ha decidido abandonar la guitarra y acabará siendo un icono para los rockeros nacionales; el batería y compositor principal es Delfín Fernández; Sebastián Sospedra es el bajista, y las guitarras están a cargo de Francisco Miralles y Andy González. Se hacen conocidos muy pronto, tanto por su actitud como por un nivel técnico realmente notable, y gracias a su aparición en el programa “Salto a la fama” consiguen un contrato con Vergara, que los asigna a su filial Marbella. En ese sello aparece su primer EP, a principios de 1964, y no es fácil hacerse una idea de lo que serán luego porque los resultados son muy discretos: en la cara A tenemos dos versiones de Johnny Halliday, bastante bien resueltas; el nivel cae un poco en la B, donde se atreven con el “Boys” de los Beatles y salen escaldados. Cierra el disco una pieza propia, que resulta ser una balada al estilo italiano -un poco chillona, eso sí. Quizá lo mejor sea una de las versiones del gabacho, “Hoy comienza mi vida”, donde el tono chuleta de la voz de Gaby ya apunta maneras y se apoya en un ritmo eléctrico que para mí al menos mejora la original


El disco pasa sin pena ni gloria, pero a veces la suerte sabe esperar: en una de las actuaciones veraniegas de ese año se encuentra entre el público un alemán llamado Bernard Schram, un cazatalentos al que parece gustar lo que oye y les ofrece ir a su finca en Malgrat de Mar para amenizar una fiesta. Y se ve que la cosa debió de salir bien, porque la siguiente proposición es mucho más tentadora: una gran gira por media Alemania y Holanda, una gira que durará ocho meses y en la que, cómo no, estará incluido el Star Club de Hamburgo. Ahora imagínense ustedes a un grupo de españolitos de la época fogueándose en un tour de salas cuyo público es casi tan conocedor y exigente como el isleño, compartiendo actuaciones con monstruos como Spencer Davis Group -o sea, pisar el mismo escenario que Winwood y sus colegas… ¡Dios! Eso, forzosamente, tiene que marcar. Y vaya si marca: los Salvajes vuelven a España a toda prisa a mediados del 65 ante una proposición de EMI, y aunque de momento son rechazados (“Hacen demasiado ruido”, dice un capitoste del sello), en otoño telonean a los Moody Blues y, como dice Gaby, “después de eso entramos directamente en EMI sin pruebas ni hostias”. Su primer EP aparece publicado en pocas semanas, y como era de esperar la mayor parte de las piezas será impuesta por el sello: tres versiones de baladas populares. Pero les permite incluir una canción propìa, que ya tiene una talla considerable y desde luego supera ampliamente a su primer disco: “Hielo en vez de amor”, un beat que se erige como la primera clásica de los Salvajes.


Esto ya es otra cosa. La gira teutona les ha sentado muy bien, no hay duda. Y ya me gustaría a mí ver a dónde hubiese llegado esta canción si llega a ser compuesta e interpretada por uno de esos grupos isleños tan potentes… pero a lo que íbamos: el disco no vende mucho, porque los Salvajes son un grupo “nuevo” que está partiendo de cero y, salvo esa pieza, el resto no interesa a los yeyés. Pero sus actuaciones comienzan a ser masivas, y antes de que acabe el año EMI lanza un nuevo EP en el que trata de compensar un poco al grupo con un fifty/fifty: no hay canciones propias, pero les deja elegir dos versiones. Y la clientela se encuentra con un extraño artefacto en el cual la primera y la última son prescindibles: “Se llama María”, de Pino Donaggio y “I got you babe”, de los blanditos Sony and Cher. No hace falta decir que esas son las dos imposiciones del sello. Pero amigo, las otras dos… son “Satisfaction” y “Wooly bully”. Aquí los Salvajes se ponen las botas y eligen dos pesos pesados; y aunque, como era de esperar, la de los Stones es la que tira de las ventas del disco, yo prefiero la de Sam The Sham. Porque si la primera está muy bien, es casi una cover: la otra es muy superior. Y como la de los Stones ya la conocerán ustedes de sobra, tal vez les interese recordar una “Wooly bully” que, con ese baño rítmico, sus guitarras y su armónica, pasa de ser una pieza tex-mex a un r’n’b... como tal vez lo harían los Stones. O sea, que comparando las dos tendrán ustedes una idea perfecta de la gran diferencia que siempre ha habido entre cover y versión. 

Y así terminan los Salvajes el año 1965, metidos en el top 10 nacional. Ya son un conjunto conocido en toda España, lo peor ha pasado. Así que ya tenemos otro nuevo nombre digno de ser recordado para el próximo quinquenio. Parece que en el desierto comienzan a verse algunas palmeras, allá a lo lejos. 


12 comentarios:

  1. Me ha sorprendido esa diferencia entre cover y versión para mí siempre habían sido términos sinónimos.
    Valoro la importancia de Los Salvajes, a los que cabría considerar con Lone Star como los padres del rock urbano español y pioneros por tanto, de todo aquello que se coció en los 70 antes de que la dichosa Movida acabase con todo.
    Valoro su importancia pero no me gustan demasiado estos temas que has puesto, salvando quizás el último en el que al menos se le ve algo de riesgo, aunque a mí personalmente me resulte algo pesado. No es un juicio sobre el grupo, es sobre ese primer momento en su trayectoria. Instrumentalmente tenían algo que decir pero en conjunto los veo algo erráticos.
    Saludos

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    1. Hola, herr doktor. Es comprensible que la diferencia entre versión y cover se haya olvidado, ya que al parecer esa táctica ha caido en desuso. O tal vez sea que los sellos y los músicos actuales prefieren pasarla por alto para evitar que alguien considere algunas versiones que se hacen ahora como simples covers, lo cual es un desprestigio. Queda mucho mejor que esas dos palabras sean “sinónimas”: una mentira piadosa, muy frecuente ahora en las páginas de Internet. Pero no.

      La cover, aunque es tan vieja como el negocio discográfico, tuvo su auge en los años 50/60, la época del higschool, las orquestas acarameladas e incluso el surf. Pongámonos en situación: Paul Anka, una estrella de la ABC, publica su nuevo disco, que por supuesto será un éxito. En ese momento, algun pequeño sello sin estrellas ni grandes presupuestos decide que también las moscas participan en el festín de los leones, y reune a un cantante desconocido pero con una voz similar junto a grupo de músicos de su propio estudio para que calquen la pieza y sea publicada a toda prisa. Por supuesto las ventas de Paul no se resentirán, o lo harán en muy pequeña cantidad (en cierto modo, es casi una publicidad adicional); y el sello pequeño, que paga un sueldo miserable tanto al cantante como a los músicos, publica su disco a un precio más bajo. Todo son ventajas para el público menos exigente, para Paul y para los dos sellos: los músicos y el cantante, cuyos nombres ni siquiera aparecerán en la funda del disco, se quedan como estaban. Si no hay cantante, es decir, si estamos ante una pieza instrumental, la cosa resulta más fácil todavía. Y ese mismo truco es el que aún hoy se ve en los expositores de las gasolineras o algunos bares: canciones de moda fotocopiadas por músicos desconocidos (a veces bajo un nombre de conveniencia) y a mitad de precio que las originales.

      Por tanto, las tres armas de la cover eran: la inmediatez (es decir, la publicación casi al mismo tiempo de una y otra canción), la mayor fidelidad posible a la pieza original y el precio. Y esta argucia se refina en casos como el de los Mustang, donde hay un acuerdo previo entre la EMI británica y la española para que las novedades de los Beatles puedan ser copiadas y publicadas por el grupo español un mes antes de que aparezcan aquí las originales. Claro que como los Mustang son un grupo real que está haciendo una “versión”, el costo se incrementa y el precio del disco será el mismo que el de los Beatles. Y todos contentos: el cliente de los Mustang está a la altura del de los Beatles, por lo menos a la hora de pagar.

      En cuanto a los Salvajes, a mí las dos últimas piezas me gustan, qué quiere que le diga. Y creo que eran mejores de lo que se recuerda ahora.

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  2. Completamente de acuerdo en lo de los "Stones españoles", al parecer siempre ha habido una especial manía de comparar, buscando el reflejo anglosajon, los Beatles españoles, los Shadows nacionales, el Elvis español, algo que restaba la importancia y la personalidad de aquellas bandas. Si bien es cierto es que su sonido miraba hacia ciertas direcciones en concreto, etiquetar así es cercenar mucho su trabajo. Lo cierto es su sonido nunca me ha terminado de convencer, pero estoy de acuerdo con herr Doktor, en que son unos de los padres del Rock urbano nacional. lo curioso es que fueron muy importantes en su momento pero el tiempo les ha tratado algo mal (o a mi me lo parece) y su recuerdo se diluye tras otras bandas menos populares cuyo sonido si nos ha llegado mas (quizás por mas pop, o por que siempre son los mismos grupos los que aparecen en las recopilaciones y programas de Tv). En cualquier caso, un merecido y gran reconocimiento.

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    1. En efecto, señor Sebas, hay mucha manía de comparar. Comprendo que inicialmente -e inconscientemente- todos buscamos una referencia conocida cuando nos encontramos ante un nuevo grupo; pero esa actitud solo es válida al principio, por centrarnos. A partir de ahí, si un grupo tiene un cierto nivel, debe volar solo, sin la coletilla odisa de "Los X españoles", o belgas, o lo que fuere.

      Y fueron muy populares, aunque como dice usted es posible que se les haya metido en el saco de las bandas facilonas: que no se les respete como a Lone Star, por ejemplo. Lo cual, sin desdoro de la Estrella, me parece injusto.

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  3. Pues he de reconocer que los recordaba como los Stones españoles. Mejor dicho, que cuando investigué más tarde esa época, me quedé en ese estereotipo, y poco más.

    Se ve que han sido más importantes que eso, pero tal vez así fue como consiguieron ser conocidos.

    El primer tema que ha elegido me recuerda a muchos intentos –para mí fallidos- de los 80s; grabados con más medios, eso sí. Eso indica el poco oído que tengo.

    Parece cierto que no se les hace justicia, aunque la selección de hoy no ha sido mucho de mi agrado.

    Salud.

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    1. Sí, es el estereotipo clásico que se usa con los Salvajes. En parte por lo que digo arriba, esa publicidad casi exclusiva que EMI utilizó con esas cuatro o cinco canciones, que fueron las más populares -salvo alguna otra excepción- y con las que confiaba que Gaby y sus amigos picasen el anzuelo y siguiesen por ese camino.

      La primera pieza es bastante flojita, pero tiene un punto. No le veo similitud con los grupos ochenteros. Y siento que a usted, al igual que a herr doktor, no le hayan impresionado las otras dos, que a mí me gustan bastante. Pero en fin, no se puede acertar siempre...

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  4. Llama la atención un nombre tan destroller en una época como los 60 españoles, en general bastante mojigata. Y se espera una música más cañera con esta presentación, pero supongo que eran los comienzos y la cosa no daba para más. Aún así, el cantante se lo curra, le imprime fuerza a los temas. La de Hielo en vez de amor me la guardo, muy buena canción.

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    1. La verdad es que no hacían mucho honor al nombre en la mayor parte de sus piezas grabadas, señor Chafardero; pero en directo eran unas fieras, al parecer. Y el cantante se lo curraba, en efecto. Ah, y gracias por su alabanza a "Hielo en vez de amor": menos mal que hay alguien que me comprende. La sagrada hermandad de los poperos sigue en pie.

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  5. Yo no me acordaba de este grupo, Rick (mala memoria o analfabetismo musical. Ya no sé). La música que tocan no suena mal, aunque prefiero a los Lone Star.
    Agradezco tu puntualización sobre la diferencia entre cover y versión (he leído la interesante explicación que das en respuesta al comentario del doctor). Merci, majo. Un abrazo.

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    1. No era de los grupos más populares en la radio, estimado Caruano, salvo por tres o cuatro canciones que como digo fueron las versiones de Jagger y sus colegas. Es una pena, yo creo que merecerían más reconocimiento del que tienen ahora.
      Y sobre la diferencia entre cover y versión... bueno, para eso estamos. Conviene que no se olviden estas cosas, aunque algunos personajes de la actualidad prefieran pasarlas por alto.

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  6. He oído en el telediario que una ola de calor hace estragos en tu terruño.
    Cuídate e hidrátate mucho; necesitamos que sigas así de fresco.

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    1. Ah, el calor. Gracias por tu preocupación, aunque en el norte vamos aguantando bastante bien: la cosa es mucho más dura en las provincias de Pontevedra y Orense, por lo que me cuentan.

      Y por supuesto que me cuidaré: ya sabes que los que somos como yo andamos siempre a la sombra.

      Otro abrazo.

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